La comida cruda y la salud de los perros

La producción industrial seriada y masiva de comida ha generado en algunas personas una reacción contraria al consumo de toda alimentación en la que haya presencia de aditivos y cualquier tipo de suplementos considerados no naturales.

Lo más razonable para una alimentación natural para el perro sea combinar comida cruda con piensos. ¡Los extremos nunca son buenos!

Algunas personas, guiados por esa conciencia natural, han ido más allá al declararse crudívoros. No sólo seleccionan lo que comen entre la comida menos procesada, sino que evitan toda preparación, transformación o condimentación de los alimentos. Para ellos, comer crudo es comer sano y un forma muy natural de vivir.

Orientados por esta tendencia, muchos cuidadores de mascotas se plantean también aportar comida a sus perros de la forma más natural posible, cruda, sin preparar, en la creencia de que los piensos o la comida enlatada está n muy alejadas de la naturaleza de la alimentación de los perros, y aún más, que su ingesta es la causa de muchas complicaciones de salud de los perros, como suponen también de las personas.

El planteamiento sería algo así, no quiero para mi perro lo que no quiero para mí.
Sin llegar al extremo de privar a los perros de una alimentación balanceada como la que se proponen desde cualquier marca de piensos que se comercializan y se pueden comprar en cualquier tienda de animales; hay algo en la comida cruda que se le puede suministrar a los perros que puede ayudar mejorar la convivencia de los cuidadores con sus mascotas, en tanto que muchos de ellos habitan entornos domésticos donde los espacios son siempre limitados.

Uno de los beneficios de la comida cruda para los perros es que las heces que produce esa alimentación son más pequeñas, y, por si fuera poco, apenas despiden olor, como tampoco trasladan malos olores a la piel de los perros.

La piel y el pelo de los perros del mismo modo se vuelve más brillante y se reducen los riesgos de pérdida de pelo y la aparición de calvas por efecto de desequilibrios en la alimentación y en su proporción de nutrientes.

La alimentación cruda parece estar relacionada también con la desaparición o la atenuación de los efectos de determinadas alergias alimentarias desarrolladas por algunas razas de perros que presentan sistemas digestivos menos adaptados.

Los defensores de la comida cruda en los perros hablan incluso de la desaparición de enfermedades relacionadas con el mal funcionamiento del corazón, del hígado, de los riñones o del páncreas. Aunque siempre será discutible la incidencia que puede tener las debilidades naturales que son consecuencia de cruzamientos de razas no recomendados.

Lo que sí parece demostrado es la relación de la comida con la tolerancia de cada perro a su consumo, tanto por lo que se refiere a los piensos, como a la comida cruda.

Las diarreas, el colon irritado o el estreñimiento están muy relacionados con la alimentación y el estilo de vida como nos recordará cualquier responsable de una tienda de animales en la que podamos comprar el pienso o los suplementos que necesita nuestro perro.

Otra de las ventajas de la alimentación cruda para los perros es que acaba con la alitosis canina y mejora la dentición de los animales, o, por lo menos, no la degrada.

El inconveniente en cambio de una alimentación basada en una comida cruda como denominador común es doble. Por un lado, se puede producir un rechazo del perro hacia una alimentación diferente, sobre todo si el cambio del pienso al crudo se hace sin transición. Por otro lado, existe un inconveniente que podríamos llamar logístico y que consiste en el problema añadido que supone para un cuidador conseguir la comida fresca y cruda del animal y no manipularla con refrigeración o congelación para mantener sus condiciones nutricionales intactas.

Tal vez la solución para una alimentación natural para el perro sea una postura intermedia, mejorar la comida del perro con alimentos crudos, combinándolos con los piensos que podemos encontrar y comprar en una tienda de animales.

Se trata de ser consecuentes con una forma de guiarnos en nuestra alimentación, y en la de nuestro amigo más fiel, pero también adaptarse a las posibilidades reales de conseguir esos objetivos alimentarios todos los días.

Se tome la decisión que se tome, al otro extremo de la resolución tiene que estar el consejo de un veterinario que debe evaluar las consecuencias de un cambio en la alimentación de nuestro perro.

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