El ser humano tiende a proyectar sus conductas en los animales, a ver las actitudes humanas en sus movimientos, en sus gestos y en sus ladridos, maullidos o cantos. Se trata de éso, sólo de una proyección. En realidad, interpretar la conducta animal no es tan sencillo. Muchas publicaciones y productoras de televisión han percibido la necesidad de conocimiento que tienen los propietarios de animales sobre la expresividad de sus mascotas. Y han tenido cierto éxito, se trata de un tema muy popular: Cómo nos ‘hablan’ los perros, los gatos o nuestras aves de jaula.
Uno de los animales con los que más interactuamos, y cuyo lenguaje puede resultarnos más hermético, es el gato. El gato tiene un repertorio tan amplio de gestos y vocalizaciones, muchas veces sutiles, para los que hay que estar muy atento para identificar su significado. Un reto, el de entender el lenguaje del gato, que puede cerrar aún más el vínculo entre el cuidador y su mascota.
Todo el mundo sabe que los gatos maúllan, que su forma de vocalizar, de verbalizar, empieza y a veces también acaba con un ‘miau’. Pero a lo que hay que estar atento es al tono y a las variaciones del tono, porque ésas son las que nos darán el sentido a la expresión de la vocalización.
Por ejemplo, si un gato quiere su comida, si lo que quiere es su ración diaria de su pienso seco para gatos, ése que vamos a comprar a la tienda de animales, oiremos un sonoro, a veces seco, y fuerte maullido, es su forma de decir ‘tengo hambre’. Se trata de un gesto con el que quieren llamar la atención, porque un hábito repetido les ha llevado a comprender que tras la petición, su proveedor de comida, su cuidador se moviliza para traerle el pienso a su cubeta. Pienso en forma de croquetas que se pueden comprar en una tienda especial de animales.
Otro tipo de maullidos son los débiles, los casi inaudibles, que, acompañados de gestos corporales y de un sutil roce contra nuestro cuerpo y otros objetos estáticos de la casa, nos indican que buscan nuestra compañía, tal vez una caricia. No hay que olvidar que los gatos son animales muy sensibles al tacto, y que disfrutan mucho con ello. Del maullido débil o del que impone, pasamos al largo, al maullido largo, que puede indicar dos cosas distintas, o bien un queja, que el gato está molesto, o bien que está dolido por alguna herida o una afección que puede no estar la vista.
Pero hay que tener cuidado, que un maullido largo puede estar asociado también al deseo de cubrir una necesidad, como puede ser la de que le sirvan sus croquetas o su pienso. El gato puede haber descubierto que si maúlla fuerte, si chilla, puede tener asegurada la ración de comida que fuimos a comprar a la tienda de animales y cuyo paquete vio colocar en el armario donde está su comida. Aprenden muy deprisa. Hay que tener mucho cuidado, porque se trata de educar al gato, no de que el gato nos eduque nosotros.
Los maullidos muy fuertes, en cambio, están asociados a las peleas, a los ataques, y suelen estar acompañados de una gran apertura de ojos y boca, en un gesto desafiante e intimidatorio. Si ése es el gesto que representa en un momento dado su gato, lo más razonable es dejarlo tranquilo. Hay que recordar también que los gatos son, en cierta medida, muy miedosos y reaccionan ante sombras, sonidos y gestos que identifican como hostiles, y que les hacen ponerse en guardia.
También hay que tener en cuenta, si se da el caso, que no es conveniente interrumpir un pelea de gatos, podemos ser nosotros los dañados, nuestra piel es más sensible y más fina que la de estos animales. Es más sensato lanzarles una manta o tirarles un cubo de agua para acabar con el enfrentamiento.
Otro tipo de vocalizaciones de los gatos, son los bufidos o resoplidos, que se identifican con las actitudes de defensa o de disconformidad amenazante o defensiva.
Y si hablamos de actitudes, no podemos olvidar el lenguaje corporal como los gestos que acompaña con su cabeza, sus orejas y su cola. Una cabeza levantada y unas orejas que giran buscando una fuente de emisión de sonido es propia de un gato atento y expectante. La cola elevada indica interés, una cola baja precaución, como cuando se acurruca y su vista queda clavada en un punto, ofreciendo a su imaginaria presa un perfil muy pequeño. La cola gruesa, con sus pelos abiertos, puede significar dos cosas, o placer, o un gesto cercano a la actitud irascible.
A los gatos, hay que comprenderlos, basta con observarlos, porque dejan ver sus emociones entre movimientos y maullidos.